Cuando vi por primera vez en persona la obra que Manuel Gilardi llevaba meses preparando para esta exposición, me quedé sin habla durante casi dos horas. 

Esto, debido al impacto que generó en mí,  su capacidad de representar el cuerpo femenino en su materialidad concreta  y al erotismo en toda su dimensión etérea, la mirada con la que observa  al cuerpo femenino y que aun siendo masculina, está libre de la  repetitiva  objetivación a las que nos han acostumbrado  las representaciones de este en el arte, la publicidad y las redes sociales,  es el eje central dentro del cual  Manuel Gilardi logra llevarnos de una contemplación quasi religiosa del cuerpo,  hasta una fusión entre la divinidad y lo humano.

 

La influencia indirecta de la pintura barroca y renacentista des-encarnada, por medio del uso de técnicas digitales y artesanales y  maximizadas para lograr un alejamiento de la  perfección fotográfica, evidenciando pixeles, puntos, entramados y granulados para convertirlo en plasticidad pura, es  tan solo uno de los tantos logros que contiene esta primera parte del recorrido en Casa Gilardi.

 

Recorrido que se va gestando poco a poco con la utilización del color y una maxi-pixelización Pop primero en su serie de “Venus”, siguiendo  las alusiones corpóreo/eróticas  en su serie de flores/frutos, para culminar con los cuerpos sacralizados de las obras de gran formato ubicadas en la biblioteca y la sala, donde  la cuestión Kantiana sobre la negación de la posibilidad de manifestar deseo sexual dentro del marco del placer estético que nos procura el observar arte, se vuelve real transformando lejos de toda pornografía y pseudo-erotismo de revista, al  cuerpo femenino sexuado en imagen sagrada.

La segunda etapa del recorrido explora con la serie “en concreto” la presencia de lo espiritual/levedad,  las fotografías de espacios y elementos arquitectónicos en colaboración con Martin y Eduardo Luque, intervenidas por Manuel Gilardi  con manchas y lineas de color rojo y dorado, se contraponen a la fuerza del concreto y los elementos arquitectónicos fotografiados, como si la espiritualidad que conlleva el acto creativo permaneciera flotando  en los espacios, llevándonos poco a poco a través del recorrido a una culminación estética de la espiritualidad como trazo abstracto y presencia etérea  dentro de un espacio (el comedor de Casa Gilardi) donde el color per se nos sumerge en un estado de asombro contemplativo, y de placer sensorial.

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ARTES GRÁFICAS - Manuel Gilardi

Cuando vi por primera vez en persona la obra que Manuel Gilardi llevaba meses preparando para esta exposición, me quedé sin habla durante casi dos horas. 

Esto, debido al impacto que generó en mí,  su capacidad de representar el cuerpo femenino en su materialidad concreta  y al erotismo en toda su dimensión etérea, la mirada con la que observa  al cuerpo femenino y que aun siendo masculina, está libre de la  repetitiva  objetivación a las que nos han acostumbrado  las representaciones de este en el arte, la publicidad y las redes sociales,  es el eje central dentro del cual  Manuel Gilardi logra llevarnos de una contemplación quasi religiosa del cuerpo,  hasta una fusión entre la divinidad y lo humano.

 

La influencia indirecta de la pintura barroca y renacentista des-encarnada, por medio del uso de técnicas digitales y artesanales y  maximizadas para lograr un alejamiento de la  perfección fotográfica, evidenciando pixeles, puntos, entramados y granulados para convertirlo en plasticidad pura, es  tan solo uno de los tantos logros que contiene esta primera parte del recorrido en Casa Gilardi.

 

Recorrido que se va gestando poco a poco con la utilización del color y una maxi-pixelización Pop primero en su serie de “Venus”, siguiendo  las alusiones corpóreo/eróticas  en su serie de flores/frutos, para culminar con los cuerpos sacralizados de las obras de gran formato ubicadas en la biblioteca y la sala, donde  la cuestión Kantiana sobre la negación de la posibilidad de manifestar deseo sexual dentro del marco del placer estético que nos procura el observar arte, se vuelve real transformando lejos de toda pornografía y pseudo-erotismo de revista, al  cuerpo femenino sexuado en imagen sagrada.

La segunda etapa del recorrido explora con la serie “en concreto” la presencia de lo espiritual/levedad,  las fotografías de espacios y elementos arquitectónicos en colaboración con Martin y Eduardo Luque, intervenidas por Manuel Gilardi  con manchas y lineas de color rojo y dorado, se contraponen a la fuerza del concreto y los elementos arquitectónicos fotografiados, como si la espiritualidad que conlleva el acto creativo permaneciera flotando  en los espacios, llevándonos poco a poco a través del recorrido a una culminación estética de la espiritualidad como trazo abstracto y presencia etérea  dentro de un espacio (el comedor de Casa Gilardi) donde el color per se nos sumerge en un estado de asombro contemplativo, y de placer sensorial.

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