Transita de joyería a producción de obra escultórica; destaca libertad hallada  - Yanireth israde

Transita de joyería a producción de obra escultórica; destaca libertad hallada Yanireth israde La artista Ximena Alarcón emprende con igual ímpetu la creación de un dije o de un anillo que de una pieza monumental.

“No me da miedo hacer esculturas de gran formato. Es un arte que realmente me mueve; siempre tuve muy buena noción del volumen y del espacio”, afirma Alarcón, quien muestra la diversidad de su trabajo en Fragmentos de lo que realmente somos, exposición abierta hasta el 27 de agosto en el Centro Cultural Santo Domingo, de la capital de Oaxaca.

Afincada en París desde 1997, la creadora mexicana se formó en BJO, la escuela de la Unión Francesa de Joyería y Orfebrería, pero la inquietud escultórica que distingue sus piezas es más añeja, cuenta al evocar un memorable encuentro con Sebastian en Francia.

El artista chihuahuense no sólo destacó las cualidades geométricas de la obra de Alarcón: también la impulsó para que incursionara plenamente en la escultura.

“Los artistas hacen joyería cuando ya son reconocidos; mi proceso fue inverso”, refiere la fundadora de XAC Joaillerie, de cuyo cuello pende un dije diseñado por ella que alude a la tradición ornamental de Oaxaca.

Su interés por la cultura mexicana permea su trabajo, parte del cual se presenta en la Sala Capilla de Domina del recinto oaxaqueño, con alrededor de 25 piezas de su autoría.

“Me gusta el peso, la fuerza, la joyería grande, pesada; ciertas formas son monolíticas”, explica sobre las resonancias de la antigua arquitectura mexicana en sus trabajos de joyería.

“Es complicado hacer joyería como la que hago, que no entra dentro de los usos típicos u ocasiones especiales, como las bodas. Yo hago joyería como objeto artístico; un anillo cuadrado, por ejemplo, es complicado como anillo de compromiso”, señala la autora.

Desligada de las restricciones que impone la joyería, la creación plástica de Alarcón encuentra una libertad insospechada en la escultura.

“El peso ya no importa, el uso ya no me limita. Con la joyería siempre vas a tener el límite del uso, del objeto utilitario que tiene que ser funcional; con la escultura no. Es una experiencia de gran libertad”, anota.

Pero sus obras no son sólo escultóricas ni se remiten a la monumentalidad pasada, pues también miran hacia el presente, con sus miserias y contradicciones –como la discriminación de género o el abuso sexual–, de las que deja testimonio en collage o carbones en papel, con textos añadidos.

“Las mujeres estamos casi desahuciadas, a menos que luchemos como unas locas para que esto cambie”, señala en referencia a su serie “Los desahuciados”.

“Tengo mucho orgullo de ser mexicana, pero no puedo dejar la crítica”, advierte la artista.

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Plasma grandezas y miserias

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Transita de joyería a producción de obra escultórica; destaca libertad hallada Yanireth israde La artista Ximena Alarcón emprende con igual ímpetu la creación de un dije o de un anillo que de una pieza monumental.

“No me da miedo hacer esculturas de gran formato. Es un arte que realmente me mueve; siempre tuve muy buena noción del volumen y del espacio”, afirma Alarcón, quien muestra la diversidad de su trabajo en Fragmentos de lo que realmente somos, exposición abierta hasta el 27 de agosto en el Centro Cultural Santo Domingo, de la capital de Oaxaca.

Afincada en París desde 1997, la creadora mexicana se formó en BJO, la escuela de la Unión Francesa de Joyería y Orfebrería, pero la inquietud escultórica que distingue sus piezas es más añeja, cuenta al evocar un memorable encuentro con Sebastian en Francia.

El artista chihuahuense no sólo destacó las cualidades geométricas de la obra de Alarcón: también la impulsó para que incursionara plenamente en la escultura.

“Los artistas hacen joyería cuando ya son reconocidos; mi proceso fue inverso”, refiere la fundadora de XAC Joaillerie, de cuyo cuello pende un dije diseñado por ella que alude a la tradición ornamental de Oaxaca.

Su interés por la cultura mexicana permea su trabajo, parte del cual se presenta en la Sala Capilla de Domina del recinto oaxaqueño, con alrededor de 25 piezas de su autoría.

“Me gusta el peso, la fuerza, la joyería grande, pesada; ciertas formas son monolíticas”, explica sobre las resonancias de la antigua arquitectura mexicana en sus trabajos de joyería.

“Es complicado hacer joyería como la que hago, que no entra dentro de los usos típicos u ocasiones especiales, como las bodas. Yo hago joyería como objeto artístico; un anillo cuadrado, por ejemplo, es complicado como anillo de compromiso”, señala la autora.

Desligada de las restricciones que impone la joyería, la creación plástica de Alarcón encuentra una libertad insospechada en la escultura.

“El peso ya no importa, el uso ya no me limita. Con la joyería siempre vas a tener el límite del uso, del objeto utilitario que tiene que ser funcional; con la escultura no. Es una experiencia de gran libertad”, anota.

Pero sus obras no son sólo escultóricas ni se remiten a la monumentalidad pasada, pues también miran hacia el presente, con sus miserias y contradicciones –como la discriminación de género o el abuso sexual–, de las que deja testimonio en collage o carbones en papel, con textos añadidos.

“Las mujeres estamos casi desahuciadas, a menos que luchemos como unas locas para que esto cambie”, señala en referencia a su serie “Los desahuciados”.

“Tengo mucho orgullo de ser mexicana, pero no puedo dejar la crítica”, advierte la artista.

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